Una visita al late show de Mario Pergolini generó un momento televisivo que rápidamente se volvió viral en redes sociales y dejó mudo al experimentado conductor. La responsable fue la filósofa Florencia Sichel, quien estuvo como invitada en el programa para reflexionar sobre los mandatos sociales en torno al éxito y la felicidad.
Filósofa (UBA) especializada en filosofía con niños y niñas, llevó al programa de Pergolini un debate profundo y necesario sobre la presión social por alcanzar el éxito y la felicidad constante. Sichel, quien también es madre en pandemia y autora del newsletter "Hartas" (además de haber escrito un libro), planteó una dura crítica a la "happycracia" y la obsesión por la actitud optimista.
Florencia Sichel y desafiando la lista del éxito que garpa
La filósofa comenzó cuestionando la idea imperante de que es necesario tener éxito todo el tiempo. "Una cosa es la búsqueda personal, y otra cosa es la felicidad mainstream, la happycracia, todo el tiempo da vueltas la idea de que tenemos que ser felices," afirmó. También señaló que la sociedad ofrece "un montón de fórmulas que asocian la felicidad a estar con actitud positiva y optimista, y si lo cuestionas sos un mala onda".
Sichel destacó que el problema radica en una lista socialmente aceptada de lo que debe ser el éxito: "Te dicen que ser exitosos es tener trabajo, inversiones, tener marca personal, verse bien, entrenar, comer saludable. Hay una lista que garpa. La gente te ve a mil y te felicitan porque hoy eso ocupa un lugar de prestigio."
En este contexto, la autora subrayó la falacia de la autoayuda: "Te dicen que todo depende de vos, en relación al éxito pasa lo mismo." Y ejemplificó la arbitrariedad de este concepto: "Si yo te digo que ser exitosa es estar durmiendo todo el día, quizás no me aplaudan."
La angustia como puente hacia el deseo
Uno de los puntos centrales de su reflexión fue desvincular el éxito de la felicidad, y reivindicar una emoción que la cultura moderna intenta suprimir: la angustia.
"El éxito no está ligado a la felicidad," sentenció. Explicó que la infelicidad a menudo se debe a que "todo el tiempo nos comparamos con la fantasía que tenemos de la vida de los demás. Parece que todo lo de los demás es mejor." La vida real, en cambio, "se nos presenta de manera confusa, cuando hay ambivalencia en realidad. Es un problema cuando uno asocia la felicidad a tener una actitud positiva."
La filósofa hizo una defensa de la emoción que consideramos negativa: "Quiero reivindicar la angustia porque posibilita que nos pasen cosas, nos permite registrar lo que necesitamos, del deseo." Citando la filosofía existencialista, explicó que "angustia en filosofía es la disposición existencial en la que estamos abiertos al caos de la vida." Concluyó que "para estar contento tenés que pasar por una angustia" y que nos cuesta lidiar con el dolor, por lo que lo tapamos, pero "la angustia va muy ligada al deseo."